¿Porque cohibir nuestra inteligencia?

La pasión por el saber de las cosas, es la mejor herramienta para llegar al conocimiento de la verdad (y)

jueves, 15 de mayo de 2014

EL ENSAYO

El Ensayo Es Un Tipo de texto Que brevemente Analiza, Interpretación o Evalúa el tema de de de las Naciones Unidas de Manera oficial o libre. Se consideraciones literario Género de las Naciones Unidas, al Igual Que la poesía, la Ficción y el drama.

MIGUEL GOMES

Miguel Gomes Nació en 1964 Ha Publicado siguiente los libros de narrativa:. Visión memorable (1987), La Cueva de Altamira (1992), De fantasmas y destierros (2003), Un fantasma portugués (2004), Viviana y Otras Historias del Cuerpo (2006), viudos, sirenas y libertinos (2008) y El hijo y la zorra (2010). Ha ganado el Premio Fundarte de Ensayo (1990), el Premio Municipal de Narrativa de la ciudad de Caracas (2004) y el Concurso Anual de Cuentos del diario El Nacional (2010 y 2012). Como Crítico ha Dedicado Volúmenes y Artículos al Ensayo hispanoamericano ya Diversos Poetas y Narradores. Estudio en la Universidad de Coimbra (Portugal), en la Universidad Central de Venezuela y Sí se doctoró en la Universidad de Stony Brook (Nueva York). Desde 1989 vive en los estados unidos, Donde Trabaja Como profesor de posgrado en la Universidad de Connecticut. FUE Designado Miembro de la Academia de Ciencias y Artes de Connecticut en 2009.

Profesor de español. Autor de La realidad y el valor estético: configuraciones del Poder en El Ensayo hispanoamericano (Universidad Simón Bolívar, 2010); Los géneros literarios en Hispanoamérica: Teoria e Historia (Universidad de Navarra, 1999); Horas de Crítica: Ensayos y Estudios (Santo Oficio, 2002); Poéticas del Ensayo venezolano del Siglo XX (2 ª ed, Universidad del Zulia, 2007), y Varios Otros Volúmenes .. Also Edito, libros Entre Otros, Estética hispanoamericana del siglo XIX (Biblioteca Ayacucho, 2003), Estética del modernismo hispanoamericano (Biblioteca Ayacucho, 2003), La Vasta brevedad: antología del cuento venezolano del Siglo XX (co-Editado, 2 vols, Alfaguara, 2010) .. Ja Publicado numerosos Artículos Sobre la poesía moderna de América Latina, el Ensayo y la Ficción.


RAFAEL CASTILLO ZAPATA

Rafael Castillo Zapata (Caracas, Venezuela, 1958) Escritor de es un, poeta, ensayista y Crítico venezolano. Profesor y jefe del departamento de Teoría de la Literatura en la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela, 1 la Maestría en Estudios Literarios de la UCV, e Investigador en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (CELARG). Perteneció en la Década de los Ochenta pecado los Grupos Literarios Guaire y Tráfico. Árbol torcido Que cree (1984), poemarios FUE El Primero de Sus, Seguido de la Estación de Tránsito (1992) y Providence (1995). Hijo Fenomenología del bolero ya La espiral incesante De Una Instancia de Instancia de instancia de parte de Su obra Crítica

OBRA

Torcido Que Crece Árbol. Poemario. 1984
Fenomenología del bolero. Ensayo. Monte Ávila Editores. 1990
Estación de Tránsito. Poemario. 1992
Providence. Poemario. 1995
El semiólogo salvaje. 1997. Premio Fundarte de Ensayo
Un ilustrado Viaje. Ensayo. 1997
Harar y la rodilla rota. Ensayo. 2006
El intempestivo legislador. Ensayo. 2006
Rostros y miradas: Conferencias Sobre el autorretrato en Venezuela. Editorial Fundación Empresas Polar, 2007.
Harar y la rodilla rota. Editorial BID & CO 2007
Estancia. Editorial Equinoccio. 2009

LUIS CASTRO LEIVA

Luis Castro Leiva (1943-1999) FUE UN eminente abogado, historiador, Filósofo, ensayista y profesor en Ciencias Políticas venezolano. Luis Castro Leiva Nació en Caracas, Venezuela el 23 de febrero de 1943.Obtuvo Hacerlo título de abogado en la Universidad Central de Venezuela (UCV) (1966), de médico en Filosofía del Derecho en la Universidad de París (1968) y doctorado de la ONU en Filosofía en la Universidad de Cambridge (1976). Castro Leiva habia Sido profesor de Filosofía y de Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar (USB) y en la Universidad Central de Venezuela. En 1985 FUE Designado presidente del Instituto Internacional de Estudios Avanzados (IDEA). FUE profesor ad honorem del postgrado de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) Y además del del del siempre colaboró ​​estafa sos Actividades curriculares de ADICIONALES DE COMO la Cátedra de Honor, de la Época Cual UNO de Los INVITADOS de rigor. FUE Esposo de la also historiadora Carole Leal Curiel.

Para El Momento de HACER muerte impartía Una cátedra de Como profesor Invitado en el Edward Larocque Tinker Visiting Cátedra de Estudios Latinoamericanos e Ibéricos, en la Escuela Irving B. Ilarris de Políticas Públicas, Universidad de Chicago.1 Anteriormente habia Sido Invitado Parr Función this Empre septiembre y diciembre de 1997.

OBRAS

1984 - La Gran Colombia, Ilustrada Ilusión Una.
1988 - Usos y Abusos de la Historia en la Teoría y en la Práctica Política.
1989 - El dilema octubrista 1945-1987.
1991 - De la patria boba a la teología bolivariana.
1994 - El liberalismo de Como Problema.
1994 - Del Imperio a Las naciones (en Colaboración Con FX Guerra y A. Anino)
1996 - ESE OCTUBRE Nuestro a la de Todos los Días.
1996 - El Manejo de la Legalidad.
Intelectual Insinuaciones deshonestas y Otros Ensayos de Historia - 1997.

OTRAS OBRAS

Ademas de El Del El los titulos mencionados, Castro Leiva Público Los usos y Abusos de la Historia en La Teoría y Práctica en la Política (1988), octubrista Dilema (1989), El liberalismo de Como Problema (1994), del imperio a Las naciones ( en Colaboración estafa FX Guerra y A. Anino, Madrid, 1994), ESE OCTUBRE Nuestro a la de Todos los Días (1996), El Manejo de la Legalidad (1996) e Insinuaciones deshonestas y Otros Ensayos de Historia intelectual2 (1997).

Murio en Chicago (EE. UU.) El 8 de abril de 1999 a La Edad de 56 Jahr.

. POESÍA

LUIS FELIPE BELLORÍN NEDA
 
(Caracas, 1954). Poeta, cantautor. Autor de los poemarios Notas para Diario de la ONU
intemporal (1992). Cenizas (1993), Variación del Regreso (1994), de Bisagra
(1995), alli detras de la luna (1998), Hilo visible (2004). Su obra ensayística y de
Crítica literaria Sí reune en el volumen LA REVELACION poética. Con prólogo del
profesor Aristóbulo Istúriz.

Bellorín realizó Estudios en el Conservatorio Superior de Música "José Ángel Lamas". Profesor en Educación musical. Egresado en Gerencia Estrategia Cultural y en Gestión Cultural PORCION el Centro Latinoamericano de Cultura y del Caribe (CLACDEC) y el Museo de Arte Contemporáneo Mario Abreu, de Maracay. Directora FUE de Cultura de la Universidad Rómulo Gallegos, y Coordinador Cultural del Estado Guárico. Directora ACTUALMENTE es de Extensión del Centro de Investigación y Estudio de la Dinámica Social (CIEDIS), y ejerce Labores de docencia e Investigación literaria-filosófica en la Cátedra Ludovico Silva. Recibio la Orden Porción "José Leonardo Chirinos" su lucha en Defensa de la herencia Afro Americana. Docente adscrito al Ministerio del Poder Popular de Educación estafa Veintitrés Años de Trabajo; Doctorado en Música, cofundador de la Red Nacional de Escritores de Venezuela y Miembro del Cuerpo de Redacción de la Revista del Amazonia de de Parlamento Amazónico Venezolano

NÉSTOR ROJAS

Néstor Rojas Es Un Escritor venezolano (1961), aire Mas de quince libros publicados, en los géneros poesía, narrativa y Ensayo. ACTUALMENTE es profesor de Metodología de la Investigación y diseño curricular en la Universidad Nacional de la Fuerza Armada, núcleo Anzoátegui, San Tomé. Comparte sos Días Entre Dos Orillas Orillas: Anzoátegui y Bolívar. El Orinoco es la frontera de Sus travesías.

martes, 13 de mayo de 2014

LITERATURA VENEZOLANA

lA COLOQUIALIDAD URBANA
Santos López (poeta)
Santos López (Mesa de Guanipa, Anzoátegui, 1955) Es un poeta, gerente cultural y periodista venezolano. Está iniciado en la espiritualidad del África Occidental.
Biografía
Como director-fundador de la Casa de la Poesía Pérez Bonalde (fundada en 1990, organizó la Semana Internacional de la Poesía de Caracas con 12 ediciones. También promovió once ediciones del Concurso Nacional de Poesía para Liceístas y cinco ediciones del Premio Internacional de Poesía “Pérez Bonalde”. A través de las actividades de la Casa de la Poesía contribuyó a subrayar dos aspectos en el panorama de la poesía venezolana: la importancia de mantener vínculos con las voces poéticas mayores nacionales y el papel de los recitales para la promoción y masificación de la poesía en la sociedad. Poemas suyos han sido traducidos al inglés, alemán, francés, chino, coreano e italiano. Ha participado como poeta invitado en festivales y encuentros en Portugal, Francia, Colombia, Cuba, México, Chile, Bélgica, Benin y Austria.
Reconocimientos
Premio Municipal de Poesía en 1987.
Premio Municipal de Poesía 2001.

EL ENSAYO EN LOS 80
María Fernanda Palacios (Caracas, 1945) es una escritora que traza sus textos en el aire. Ya Roberto Martínez Bachrich dijo que ella hace de sus clases un género literario. Que todo alumno que pasa por sus salones termina enamorado. Por eso, el Festival de la Lectura Chacao decidió rendirle tributo: para honrar toda una vida dedicada a formar lectores.

A la venezolana le avergüenza recibir un homenaje en vida. Dice que son embarazosos, que no merece alguno. Que lo recibe en nombre de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ahí tiene más de cuatro décadas como profesora. "Si el futuro de la literatura está en manos de los lectores, hay que ser optimistas. La Escuela de Letras es un semillero de excelentes lectores", indicó la autora de Sabor y saber de la lengua.

La ensayista tenía 38 años sin publicar un libro de poemas. Ella cuaja su poesía lentamente, entre la pausa, los silencios, la espera. Así editó el año pasado Y todo será cuento un día, una selección de versos escritos en los años 70 y 80. "Hay escritores que escriben toda la vida. Yo no me siento poeta en ese sentido. Soy más docente. Para mí, la poesía es algo que por rachas me acompaña. De ahí a atreverme a publicar es otra cosa. Uno hace poesía, pero ni toda es publicable ni uno está dispuesto a publicar todo", indicó la caraqueña, que en el 74 editó Por alto/por bajo.

Palacios cree que hay autores que publican más de lo que deberían como para que ella también haga lo mismo. Por eso publica poco. "Es muy malo cuando un escritor se siente obligado a publicar una novela todos los años. O que siente que si no publica es como si hubiese dejado de existir. Hay muchos que se apresuran, o que se ponen a inventar. Andan buscando un tema en vez de esperar que el tema los busque a ellos".

Las editoriales también hacen lo suyo. Libros efímeros de autores mediáticos que aseguran grandes ingresos reinan en las librerías. También en las ferias. "La parte comercial del negocio editorial convierte la literatura en un consumismo, como también ciertas políticas de Estado que publican una barbaridad de libros para el adoctrinamiento. Pero la otra cosa siempre existe, el lector exigente que sabe lo que viene a buscar", agregó la poeta, que destaca la atmósfera que encuentra en festivales literarios.

Ya el mexicano Gabriel Zaid dijo que la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan. "Y él tiene razón en lo que dice. El problema no es el número de libros que leas. La cultura no toda es libresca. Hay mucho libro que hace daño", agregó la autora del ensayo Ifigenia: mitología de la doncella criolla (2001).

Por eso, la escritora tiene cuidado con ciertas campañas. "Uno no tiene que convertir esto en un eslogan, decir 'hay que leer'. Hay que ver qué leemos también. Hay que leer con conciencia, saber qué se está leyendo, Pero sí hay que estimular a que la gente se acerque a ciertos libros u ofrecer orientación abierta. Yo preferiría que la gente leyera más literatura y menos autoayuda, menos libros de dietas. No creo que por leer libros de autoayuda la gente vaya a convertirse en un lector de Dostoievski o de Rulfo".

Si Mario Vargas Llosa dijo, en su último libro, que la banalización llegó a la cultura, Palacios cree que no hay forma de evitarlo. "Es una realidad de los tiempos. Hay que vivir con eso. No es la primera vez que una sociedad se queja de ello. Ahorita leo mucho sobre la Francia del siglo XIX, que vemos con añoranza. Y al leer la crítica de esa época, la gente se quejaba de lo mismo. Como que eso es parte de ser culto".

Así, Palacios también añora las lecturas de antaño. "La literatura popular eran las novelas de vaqueros, de detectives. Y eso sí te lleva a leer literatura. La autoayuda te ofrece una receta para convertirte en un zombi", agregó la poeta, que cree que el lector debe iniciarse en la infancia. "Hay que revisar la manera de enseñar a niveles primarios. La literatura infantil de ahora está más enfocada en los dibujos. Los cuentos de antes, Tío Tigre y Tío conejo, sí eran cuentos de iniciación del niño en lo que es la vida. Eso sí es literatura", concluyó Palacios. La suya, sus clases, sus poemas, también lo son.

Edward Said y las causas perdidas
Por: Ennio Jiménez Emán
A Edward Said lo descubrí por primera vez a mediados de los años 80 en la revista cultural Escandalar que dirigía mi amigo, el poeta Octavio Armand, en Nueva York, y que vendían algunas librerías de Caracas. Allí leí varios trabajos suyos, entre los que recuerdo el ensayo “Abecedarium Culturae”, texto denso lleno de sugerentes ideas sobre filosofía, literatura, artes, música, lingüística, antropología y otras disciplinas, y donde se entrecruzan planteamientos sobre la modernidad literaria y artística e igualmente las vanguardias, ideas originales sobre psicología, sociología y política entretejidos con los discursos plásticos y literarios. Estas ideas me resultaron, pues, muy claras y sugestivas, aunque finalmente no sé en que libro de Said fue incluido este “Abecedarium Culturae”.

Lo cierto fue que posteriormente continué topándome con ensayos, crónicas y estudios suyos esparcidos en periódicos, revistas y magazines culturales de varios países y traducidos a diferentes idiomas, pero era bastante difícil encontrar sus libros en librerías venezolanas e incluso latinoamericanas, porque parecían no haber sido traducidos. Sin embargo estos, escritos en inglés, circulaban sobre todo en Estados Unidos e Inglaterra, Israel, y países del mundo árabe como Egipto, Arabia Saudita, Líbano, Argel, entre otros. Así, pues, poco a poco se fue traduciendo su obra al español y otros idiomas y se fueron conociendo y difundiendo mejor sus ideas.

Más tarde alcancé a leer las páginas de su intensa, honesta y dolorosa autobiografía Fuera de lugar. De este libro opinó Salman Rushdie que era “un acto intensamente conmovedor de reivindicación y comprensión, el retrato de una educación transcultural, y a menudo dolorosa”. En las líneas finales del texto Said, ya enfermo de cáncer, estuvo luchando contra el insomnio y viendo que no había medios para vencerlo, decidió entregarse a él hasta ir perdiendo las fuerzas y morir agotado, pero en combate y con toda su energía.

Said nació en Jerusalén en 1935 y murió en 2003 en Nueva York. Fue profesor académico en varias universidades de Estados Unidos, sobre todo en Columbia, e invitado en Inglaterra a otras tantas. Sobre política escribió sendos libros y cientos de artículos esclarecedores, especialmente sobre el asunto palestino y sus repercusiones en el Medio Oriente y la escena internacional. Palestina está en la base de su pensamiento, esa tierra que sigue siendo arrasada por la barbarie de una cruel guerra sin fin donde, como afirma el escritor judío David Grossman, la muerte es una forma cotidiana de vida y el enfrentamiento no se lleva a cabo sólo entre palestinos e israelíes sino “entre los que no están dispuestos a ceder a la desesperación y los que intentan convertirla en una forma de vida”. Igualmente sus escritos sobre el humanismo occidental clásico y contemporáneo exponen ideas certeras, esclarecedoras, bien argumentadas y brillantemente expuestas.

En su libro Reflexiones sobre el exilio (Editorial Random House Mondadori, Barcelona, 2005), se recogen ensayos suyos sobre los temas que hemos mencionado con anterioridad y de aquí selecciono uno dentro de esta selva de conocimiento, erudición y buena escritura, que particularmente me llamó la atención. Es un ensayo sobre las “causas perdidas”, no sólo en política o historia, y que ya sabemos que en la cruzada política y desde “la narración global del poder” del mundo occidental del pasado siglo, corresponde a los pueblos minoritarios, aborígenes, comunidades negras, campesinas y gitanas marginadas de los epicentros culturales, y que sin embargo afirman contra viento y marea su supervivencia y autodeterminación, incluso en el presente siglo, sino que Said estudia cierta “narrativa de los perdedores” en la literatura europea, o más precisamente, en cuatro novelas: el Quijote, de Cervantes, Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, La educación sentimental, de Flaubert y Jude el oscuro, de Thomas Hardy. Por supuesto el ensayo relaciona estas obras con sus contextos sociales y epocales y da pie a Said para reflexionar y repensar su actividad y la de sus correligionarios en el contexto de los últimos cuarenta años en el mundo árabe y del Islam en general, muy especialmente el conflicto árabe-israelí. Aquí me centraré sólo en el comentario literario, humanístico y filosófico de estas obras siguiendo la pista de los juicios de Said y asomando algunas opiniones mías.

Para ubicar y abarcar la intención y la característica existencial de los personajes de estas tres novelas, Said echa mano de un concepto que el crítico György Lukacs expone en su Teoría de la novela, según el cual el Quijote y La educación sentimental expresan a través de sus personajes una suerte de “romanticismo de la desilusión”, en donde el concepto del tiempo es percibido como ironía y donde “el héroe individual lucha por lo que nunca consigue: la correspondencia entre su idea y el mundo”. Según Lukacs en el mundo moderno la novela sustituyó a la épica. Mientras esta última presentó un mundo de dioses y héroes, la novela a partir del Quijote refleja “un mundo caído al que Dios ha abandonado”. De esta manera, comenta Said, los personajes de estas tres novelas “no pueden adaptarse realmente al mundo histórico y secular porque están habitados por los recuerdos de lo que han perdido”. Por supuesto que Don Quijote no pudo restablecer la época caballeresca ni tampoco revivir los ideales del Amadís de Gaula, pero, argumenta Said, “la fuerza de su convicción es tal que llega incluso a someter la sórdida realidad de este mundo nuestro, extremadamente falto de heroísmo” a “un idealismo cuyo convencimiento y fervor parecen mirar atrás, a una época que ya ha desaparecido”.

Otro tanto ocurre con los dos personajes principales de la novela de Flaubert, Frédéric Moreau y su amigo Deslauriers, quienes llegan a París llenos de sueños y ambiciones: intentan convertirse en el futuro en escritores, intelectuales o filósofos y luego en políticos encumbrados. Pero nada de esto logran. Diversos sucesos y acontecimientos van truncando sus sueños, incluyendo los días de la llamada revolución de 1848. El espíritu de la revolución y de Francia han dejado de existir ya que Napoleón III, sobrino de Bonaparte, domina el país. Moreau sobrevive y va del ocio de su inteligencia a la “inercia de su corazón” y no puede concretar ninguno de los sueños intelectuales de su juventud. Para referirse al estado donde caen los personajes de Flaubert, Said cita una frase de Max Weber para quien el mundo moderno no es un lugar de perpetuo veraneo sino “una noche polar de gélida oscuridad y dureza”.

Jude el oscuro, la última novela del escritor irlandés Thomas Hardy describe un personaje sin ningún aliento de esperanza, para quien se hace imposible alcanzar algún logro: es el rey de las causas perdidas. Jude Fowley, joven campesino, empieza su camino de ambiciones y trata de completar una carrera universitaria para así obtener conocimiento, éxito y reconocimiento social. Pero no ve concretada ninguna de estas metas. En el camino conoce el dolor, el desengaño y la pena. Las dos mujeres que entran en su vida tampoco le brindan el sosiego deseado. Así, se va decepcionando hasta llegar a la degradación y finalmente a la muerte.

Para Said el personaje de Hardy va al extremo, incluso más allá del de Cervantes y Flaubert. Escribe Said: “mientras Don Quijote y Frédéric Moreau podrían haber sido capaces de alcanzar algún logro, el uno como caballero y el otro como joven relativamente rico y de buena educación, Jude está incapacitado desde el principio. Hardy se ocupa de que ambas circunstancias y sus propias incapacidades socaven todo lo que hace”. Y más adelante arguye Said irrevocablemente: “Lo que la novela ofrece, por tanto, es una narración sin redención (…) Lo que quedan son las ruinas de las causas perdidas y la ambición derrotada”.

En la novela Los viajes de Gulliver (“un libro que sin duda no es una novela, sino una sátira política con un final extremadamente deprimente”, comenta Said) Swift lleva su personaje primero a un país diminuto, Liliputh, donde por su tamaño es dueño de una fuerza impresionante y colosal, pero a la vez posee como contraparte una evidente debilidad de carácter y ceguera social y política. Luego lo ubica en Brobdingnag, donde ahora es enano en un país de gigantes en el que una vez más “ni su agilidad relativa ni su gran experiencia le sirven de mucha ayuda”; allí no se le concede a Gulliver ni una pizca de gracia redentora: desde la perspectiva de los habitantes de Brobdingnag, todo lo noble o bueno parece ser terriblemente depravado. Swift deja en el aire un sentimiento absoluto de derrota.

Y según lo que exponen estos cuatro autores en sus obras tardías leídas por Said, el optimismo ingenuo de sus primeras obras y también presente en gran parte de la literatura occidental en general, de que “al final de los tiempos el bien prevalecerá y el mal será derrotado”, queda superado o anulado. Esto parecería expresarse, como piensa Said, en ciertas obras tardías de autores occidentales (y también orientales). Pero también sabemos que de por sí la vida es una “derrota”, ante las pocas posibilidades que tenemos frente a la muerte, pero precisamente, pienso yo, esta derrota es lo que le confiere un sentido particular a la vida.

Si pasamos de la literatura a la vida pública, entonces las “causas perdidas” toman otro sentido más práctico. Said reflexiona honesta y sabiamente en torno a su compromiso con la causa palestina y habla de las diferentes guerras donde el pueblo judío y el palestino se han visto llevados a protagonizar una lamentable tragedia humana. Indudablemente, como afirma Said, los palestinos tienen derecho a aspirar a construir una nación y aspirar a poseer una tierra natal. Pero los errores de ambos pueblos los han precipitado a una absurda guerra, que no se resuelve por los obstinados representantes radicales de ambos lados, que no quieren la paz.

Said puntualiza con lucidez que después de todas estas guerras territoriales y firmas de acuerdos de paz frustrados, “algo que comenzó con esperanza y optimismo, terminó con amargura o desilusión y decepción”, dándole forma a una “causa perdida”. Y refiriéndose a los judíos afirma que “fueron derrotados y destruidos una vez y consiguieron regresar en una fecha posterior” (Esta idea de la “derrota” histórica y existencial del pueblo judío también la sostenía Walter Benjamin). Entonces, escribe Said, la verdadera condición de una causa perdida humana, existencial -o política- “no queda ni incapacitada por un sentido paralizante de la derrota política ni impedida por el optimismo sin fundamento y la esperanza ilusoria”. Somos “derrotados”, pienso yo, pero hay que comenzar de nuevo sin ninguna garantía.

Como escribió Said al final de Fuera de lugar, cuando estaba en tratamiento de su enfermedad, siendo víctima del insomnio y de los trastornos corporales que ella conlleva, encontraba ratos de lucidez para reflexionar sobre la vida y la existencia, y entonces el insomnio y la posibilidad de no poder descansar se convertían en su última bendición: “Para mí no hay nada tan vigorizante como dejar atrás rápidamente el sopor después de haber perdido la noche”. O como afirma David Grossman en las primeras páginas de su crudo y poético libro La muerte como una forma de vida: "A veces, la reformulación de una situación que parecía ya perdida, eternizada y fosilizada, permite recordar que no existe en realidad ningún decreto divino que nos condene a ser víctimas irredentas de la apatía y la parálisis”.

JUEGO Y FORTUNA EN EL ENSAYO LITERARIO POR
JUAN CARLOS SANTAELLA
No es tarea facil establecer con respecto al ensayo literario venezolano de los últimos veinticinco años pautas y esquemas analiticos que nos puedan ofrecer una vision exhaustiva del mismo. Por su particular condici6n, por las caracteristicas que no animan y mueven en torno a sus ejes estilísticos y conceptuales, el ensayo suele escapar a todo intento de comprensión definitiva. Genero que contiene al mismo tiempo todos los demas, su estructura singular rebasa todas las fronteras posibles para instalarse en un espacio de absoluta libertad y de impredecible riesgo. Por tanto, toda argumentacion que pretenda obtener a partir de su materia claves definitivas para su comprension, corre  riesgo de encontrarse, sin duda, frente a la imagen de un laberinto cuyas muiltiples salidas aparecen y desaparecen por doquier. En suma, el ensayo posee una especial dialectica que le otorga una movilidad escritural mas ally de las formulas, metodos y exactitudes propias de otros saberes. Su realidad inmediata se centra en el lenguaje, en la forma que inaugura. Por ello mismo, fortuna y juego le son esenciales, tal y como sefialaba Theodor Adorno. Sin estos dos aditivos basicos, el ensayo no podria aspirar a formular su esencia y tambien su verdad. Para poder trazar una breve historia del ensayo literario venezolano de las dos (ultimas decadas, es preciso referirnos un poco a esa primera contemporaneidad en la cual este se ha manifestado y que tiene como escenario al periodo comprendido entre 193 0 y 1960. Es
Importante señalar  que ambos ciclos dividen, en cierta manera, no solo la historia concreta del ensayo en nuestro país, sino que al mismo tiempo, delimitan una frontera estética y ética con respecto al devenir de toda la literatura nacional. Evidentemente, antes de 1958 Venezuela tenía una ensayística, es decir, un cuerpo de ideas y señalamientos específicos expresados a través de un conjunto significativo de escritores. En este sentido, bastaría con decir que la base fundamental del ensayo literario venezolano indicado al respecto, se organiza a partir de su condición humanística, de su sentido claro en lo que se refiere a  ciertos ideales de clasicidad, orden y rigor estilistico. Este es un ensayo que prospera atendiendo a un orden constituido en las exigencias de lo pedagogico, en el imperativo educacional. Es un ensayo que busca, principalmente, ensefiar, indicar caminos y rumbos que posibiliten una comprensión de lo venezolano. Por eso, toda Ia reflexión ensayística que hallamos en escritores como Rómulo Gallegos, Enrique Bermardo Nunfez, Mario Brice –no Iragorry, Picon Salas y Uslar Pietri, entre otros, se concentra en el interds por explorar en las vertientes reales e imaginarias del modo de ser del pais. Para estos ensayistas, Venezuela precisaba de la formulacion de un pensamiento que se manifestara en la solidez argumental de sus planteamientos. Afos en que el concepto de nacionalidad acudiria como auxilio y punto de partida para la elaboracion de un corpus analitico que en el ensayo se iria a reflejar abundantemente. El proyecto novelistico de Gallegos va a la par de su proyecto ensayistico. Uno se nutre del otro y de los dos nace una manera particular de explicar, de ver y de sentir al pais. Por supuesto que no puede homogeneizarse todo ese vasto proceso de escrituras y estilos dispares. Tan solo insisto en recordar que la ensayistica anterior a la ddcada del sesenta, responde a una concepción humanistica de los avatares nacionales, surge en medio de contextos politicos y económicos bien determinados. Oscar Rodriguez Ortiz refiere, a proposito de la actividad ensayistica de ese largo periodo, los vinculos estrechos entre la forma del ensayo y su correlato etico. "La finalidad del recorrido -dice- es etica porque el ensayo venezolano de la primera contemporaneidad se ancla en un sentido: el de literatura de ideas con imAgenes pedagógicas al que se llega desde el eje del humanismo". De modo que podriamos indicar, segin se desprende de esta observacion, que la ensayistica que recorrerA estas complejisimas decadas, se proyecta bajo su doble situacion tica y humanistica. Aun y en un escritor como Andres Mariflo Palacio, cuya obras ensayística respira a través de unos impulsos supranacionales para construirse desde una perspectiva mis universal, no obstante reflexiona en muchos momentos desde realidades inmediatas. Después de la caída de la dictadura, la literatura venezolana entra en una etapa de renovaci6n y de reinterpretaci6n de la cultura nacional. La apertura democrática cre6 un nuevo orden ético y estético en donde la figura del escritor se conformaría a partir de un inédito paisaje imaginario. El concepto de instituci6n literaria cambia radicalmente, porque también ha cambiado el contexto político del país. En consecuencia, las relaciones de los escritores con el mundo inmediato que los rodea, originara posiciones definitivas, vehementes, repletas de una irreverencia estética e ideológica que veremos expresada tanto en la prosa de ficcion, en la poesia y, desde luego, en el ensayo literario. Es bien conocido el rol intelectual que jugaron en la escena politica y cultural de aquellos aflos, grupos literarios como Sardio, Techo de la Ballena y el grupo que se nucle6 alrededor de la revista Critica contempordnea. Especialmente en esta (iltima fue donde tuvo una mayor ascendencia un tipo de ensayo que se nutria de sus vinculos estrechos con el trabajo universitario. Surge, entonces, una generacion de ensayistas repartidos en distintas áreas del saber y cada uno intentando responder no solo a las demandas e interpretaciones que el pais politico reclamaba sino a imperativos individuales, a busquedas privadas dentro de un campo de accion y de mediacion que la contemporaneidad exigia. Se repite el viejo fenomeno de la antigua ensayistica, pero con signos distintos. Muchos de estos ensayistas son, a Ia vez, creadores, ejercen el oficio de poetas y novelistas. Es esta una constante singular en la literatura venezolana del siglo veinte, la cual permite, por razones logicas, que un poeta sostenga al mismo tiempo una escritura de naturaleza ensayistica. Desde luego que existen verdaderas excepciones, pero es comun en el escritor venezolano propender a una especie de sentido integral con relacion a su labor como intelectual. La critica, el ensayo y la poesia andan casi siempre juntas, se reparten sus intereses, amarran sus deseos. De esta fase del ensayo literario podemos citar algunos nombres: Juan Nuflo, Manuel Caballero, Ludovico Silva, Orlando Araujo, Elisa Lemner, Guillermo Sucre, EugenioMontejo, Luis Britto Garcia, Juan Liscano, Francisco Rivera, Domingo Miliani, Rafael Cadenas, etc. La lista puede ampliarse con irreprochable generosidad, pero es preciso fijar algunos puntos de referencia que a mi juicio son esenciales. Es oportuno establecer en este inventario somero acerca del ensayo literario en los iltimos veinticinco afios, algunas consideraciones relativas a lo que podriamos liamar la coexistencia de la critica literaria y el ensayo en un mismo espacio de solicitudes imaginarias y conceptuales. Por lo general se suele insistir, a la hora de demarcar rumbos y dar cuenta de una producci6n, en el caracter deficitario de ambas actividades. Siempre se parte del hecho de que no hemos tenido una ensayistica a la altura de nuestras expectativas y, simultAneamente, adolecemos de una critica que sepa dar cuenta de las obras que se mueven en un espacio de diferencias, tendencias y lineas est6ticas diversas. En primer t6rmino, debemos separar estas modalidades discursivas y encontrarle a cada una de ellas un lugar especifico en el marco de sus objetivos concretos. Deficitaria o no, la critica literaria venezolana tiene unos puntos de referencia, en su origen y en su prActica, que son opuestos al desarrollo del ensayo. Cuando la critica literaria aparece en Venezuela mostrando un nivel de academicismo, que coincide con la renovaci6n de los estudios literarios llevados a cabo en Europa, el ensayo ya tenia en el pais un perfil particular. Ya hemos acotado el sustrato humanístico del mismo que prevaleci6 en las tres o cuatro d6cadas del siglo. Paradigmas sobre su condici6n están a la mano: Pic6n Salas, Uslar Pietri, García Bacca son el principal caldo de cultivo de un g6nero por el cual pudimos instalarnos modernamente en una reflexi6n que partía de lo particular y culminaba en lo universal. Sin embargo, no se puede negar el influjo que en los comienzos de los sesenta hasta finales de los setenta depara la crítica literaria para efectos de la comprensi6n del texto literario. Este impulso de la crítica, cuyas vertientes mis estimulantes provenían del estructuralismo y el psicoanálisis, fueron modificando, diríamos mejor alimentando, una percepci6n del fen6meno literario que con el tiempo fecundaría en un tono escritural amigo y compañero del ensayo literario, Como es ese ensayo que nace ya en los ochenta y todavía navega en las aguas de un mar que se insiste en llamar posmoderno?

Hay un ensayo humanista, clásico, que se pasea durante los cuarenta primeros años del siglo veinte. Luego tenemos un ensayo moderno, contemporáneo, que se nutrirá de múltiples puntos de vista y se expresa en una Venezuela de nuevos hallazgos políticos e intelectuales. Despu6s arribamos a un ensayo que podemos calificarlo, a falta de otra palabra, de posmoderno, es decir, entendiendo como tal una escritura, un estilo y una temática que prefiere abordar cualquier posibilidad imaginaria, cualquier materia de su predilecci6n. Atrás comienzan a quedar las viejas posturas axiomáticas que caracterizaron, en buena parte, el destino reflexivo de la literatura en los años setenta. En cierto sentido, hay un volver al ideal clásico del ensayo en lo que el mismo tiene de absoluta individualidad, tolerancia, inexactitud y riesgo. Entre otras razones, 6sta es una 6poca impregnada de un profundo escepticismo, de una profunda desolaci6n humana y afectiva. Por tanto, el ensayo apunta, en su concepci6n intima, a una libertad donde la palabra se fragmenta para adquirir un rostro lunar, un resplandor en las sombras.

viernes, 9 de mayo de 2014

El ensayo en los 80

mariafernandapalaciosPor Rafael Arráiz Lucca
Intuyo que su labor de ensayista parte de una premisa de Picón Salas según la cual dudar, no afirmar categóricamente, es la mejor manera de acercarse al objeto.
Me gustaría que fuera así. No me gusta hablar de literatura haciendo generalizaciones o afirmaciones rotundas, es algo que me da miedo. No quisiera ser arbitraria ni caer en eso de enjuiciar las cosas o clasificarlas atendiendo a un método y pretender manejarlas. Creo que lo difícil es ver, leer de verdad, y luego transformar esa experiencia en una mirada, o en una voz, una entonación, donde no se pierda aquella “raíz personal” del encuentro con la obra. El ensayo es para leer mejor o para leer de otro modo. Así como un fotógrafo toma un aspecto de una ciudad para iluminarla y en cierto modo la descubre, así el ensayo debe dar luz, sombra y matices. Sé que en esto voy contra la corriente de moda en ciertos círculos y cenáculos académicos donde se insiste en hablar de un “discurso” crítico a costa de suprimir al crítico, es decir, a la “persona” que lo enuncia. Por el contrario, a mí me interesa ese crítico, no como ser biográfico sino como persona en el sentido de máscara o voz impersonal, un ser que es parte de la ficción. Sus ejemplos más fascinantes en nuestra lengua son Borges y Lezama.
¿El ensayo no es el espacio para la opinión?
Creo que deberíamos matizar bien lo que entendemos por opinión. Nuestra tradición ensayística viene de los franceses, en buena medida, y ellos ponen el énfasis en la teoría, su pensamiento tiende a ordenar y categorizar. Aun cuando hagan fenomenología o psicoanálisis, los críticos franceses teorizan; no encontramos en ellos una verdadera entonación personal, aunque sí un estilo; con la excepción quizás del ultimo Barthes. Es como si Montaigne tampoco hubiese sido “profeta en su tierra” ¿no? En cambio, la crítica propiamente dicha es más anglosajona y está basada en la opinión, pero una opinión matizada que, aún siendo subjetiva, puede ser impersonal. Es decir, la subjetividad no los lleva a eliminar esa impersonalidad que permite matizar, sin imponer. Uno puede afirmar algo con mucha pasión, sin pretender imponer eso que dice o agotar lo que está viendo.
¿Una vez que se opina se empobrece el objeto?
La opinión es algo bastante humilde y no tiene “poder” sobre el objeto, sólo pretensiones (si se vuelve “pretenciosa”). Sabemos que las obras son inagotables. Todo depende de cómo se exprese esa opinión. Si se la disfraza con una falsa “auctoritas” (el método, ese falso rigor seudo-científico), se empobrece, no tanto la obra como la crítica. Es decir, la opinión crítica no puede empobrecer la riqueza de un texto, pero puede no ser más que una pobre opinión.
¿No hay autores que le fascinan por arbitrarios?
Ah claro, la arbitrariedad es fascinante. Pero es distinto, el autor te está creando un mundo.
También me refiero al ensayista.
Un ensayista también crea un mundo, aunque éste sea de naturaleza intelectual. Picón Salas, por ejemplo, entre nosotros (para no insistir en Borges) ha creado un mundo a través de sus ensayos. Además, ¿no crees que el capricho, la opinión “caprichosa”, si matiza con humor, con sensibilidad, con inteligencia, es sumamente iluminadora, aun cuando pueda estar “equivocada” en muchos terrenos, aun cuando sea abiertamente “provocadora” (volvemos a Borges)? También Octavio Paz tiene a veces una arbitrariedad fascinante, te envuelve en ella, en su lucidez, en su ritmo (la inteligencia no es sólo ideas, sino un ritmo que puede darlo la escritura), pero te confieso que no me gusta cuando Paz generaliza demasiado sus afirmaciones.
¿Podría pensarse que la contrapartida de la duda de Picón Salas es la afirmación de Briceño Iragorry?
Son muy distintos. La obra de Briceño Iragorry no tiene el elemento lúdico que creo debe tener el ensayo. Su obra es más un ejercicio de pensamiento. No siento en él un temple ensayístico sino, más bien, doctrinario. No encuentro en su obra el placer de leer un ensayo.
¿La ideología, como estructura impuesta, está reñida con su visión del ensayo?
Puedes tener una ideología y escribir buenos ensayos, indudablemente. Pero al escribir, tu ideología tendría que hacerse escritura; el ejemplo es Benjamín. Hay un placer al leer a Benjamín porque no es un catecismo, una doctrina, a pesar de ser ideológicamente tan comprometido. Hay algunos para quienes escribir ha sido la vía para enriquecer o modificar su ideología, mientras que para otros, la ideología se convierte en la justificación para escribir y eso ya termina siendo adoctrinamiento o recetario.
¿La premisa de la duda no puede, al hacerla sistemática, convertirse en una retórica?
Cualquier premisa puede convertirse en una retórica. Porque lo que entendemos por “sistematizar” muchas veces no equivale a “coherencia” o “consistencia” sino más bien es sinónimo de comodidad y de repetición: encontrar una “fórmula”, como un lente ya hecho para enfocarlo todo y así hablar de cualquier cosa. Por eso evito partir de una premisa exterior al texto, a mi lectura. Lo único que me guía es escribir sobre algo cuando necesito hacerlo. Tiene que producirse un hallazgo, un encuentro con lo que estoy leyendo, de lo contrario no escribo. Sin intimidad con la obra no surge una escritura sobre ella.
Amplíenos más sus ideas sobre la intimidad necesaria con la obra para llegar al ensayo.
Se trata de dejarme tomar por el mundo del autor, por sus imágenes. Como si uno fuera estableciendo una especie de cordialidad, de trato cotidiano con su mundo. Lo que entiendo por estudio es esa amistad con las obras, hasta que lleguen a ser como una ciudad o una casa en la que hemos vivido largo tiempo y podemos tener una memoria propia de ellas, algo nuestro, y eso es lo que tenemos que decir de ellas. Cuando me atrevo a escribir algo sobre un autor es porque su obra me acompaña.
¿Cuáles son los poetas venezolanos que le acompañan?
Empecé a trabajar con literatura venezolana hace cuatro años. Mi intimidad se reduce a pocos nombres: Guillermo Sucre, a quien leo desde que publicó “Los Adioses” en tiempos de Sardio. Su sensibilidad me tocó y me acompaña desde entonces junto con Rafael Cadenas. Fíjate que para “quedar bien” debería mencionar a Ramos Sucre, pero, en realidad, lo he leído y trabajado poco. No es un autor cuyo mundo me haya tocado especialmente. Hay algo en su sensibilidad que no sintoniza conmigo, aun cuando reconozco su calidad. También, me gusta muchísimo la poesía de Palomares y la de Montejo: El reino y Terredad son libros para releer, también Por cual causa o nostalgia de Sánchez Peláez o la poesía de Enriqueta Arvelo Larriva, por ejemplo.
¿Es muy importante la unidad del poemario?
No necesariamente. De pronto, a uno le gusta un poeta por un poema. A mí me gusta que los libros de poesía sean cortos. No que los poemas sean breves (te confieso que disfruto más una Elegía que un “haikú”). Creo que un libro de poemas es un ámbito, no una quincalla donde haya de todo. Debe tener un ámbito íntimo, donde sientas que un poema dialoga con otro y que juntos hacen un cuerpo, o una voz. No hablo de “unidad” exterior (temática, formal o estructural) sino interior.
¿No se habrá creado un estereotipo, un mito, sobre la necesidad de la unidad del libro, no será, también, una comodidad de la crítica?
Sí, es verdad. Hay una comodidad de parte del crítico en exigir la unidad, o su contrario: la incoherencia. Lo difícil es ver lo que tienes delante, valorar lo que tienes allí. Volviendo a lo anterior, me gusta más el poeta que limpia, porque de lo contrario hay mucho ruido, y es terrible tener que leer malos versos de buenos poetas.
¿Cómo se siente en relación con su libro de poesía?
Lejísimo. La poesía en mí no es una obsesión sino, más bien, un regalo. A veces se me da la oportunidad de escribir y terminar un poema, a veces consigo la concentración o la serenidad necesarias para “hacer la atrapada”, como se dice en Baseball, otras veces no se hace el “out” y allí siguen esos versos a medio camino, en una espera interminable y uno entonces abandona el juego, o lo pierde. . . y hay que saber perder. Creo que la poesía depende más de los dioses que de uno. Conste que no hablo del poeta inspirado ni de nada de eso. Simplemente quizá no tengo disciplina para la poesía.
¿El poeta requiere de disciplina?
Una disciplina que puede ser sinónimo de devoción, de dedicación. Una entrega absoluta a la obra; unos buenos ejemplos son Lezama Lima y Vallejo. Ahora bien, tú no tienes porque pedirle a alguien, que alguna vez escribió unos poemas, que siga escribiendo toda la vida. A nadie puede reclamársele que escriba. Puedo pasar tres años sin escribir ni una línea y no creo estar en deuda con nadie, ni me siento culpable de nada. Creo que eso de escribir para un público, eso de que un autor “debe” algo (o “se debe”) a “sus” lectores, o que tiene un “compromiso histórico” con “su” país o “su” época, es puro “vedettismo”, “pantalla” o “inflazón”, es como hipotecar el verdadero tempo de la obra a las expectativas y velocidades del “yo”, a los proyectos de la voluntad. El yo y la voluntad servirán quizás para muchas cosas, no lo dudo, pero no para hacer obras de arte. Hay narradores de una sola novela y por qué les vamos a pedir más, por el contrario, a muchos escritores habría que pedirles que escribieran sólo lo que podían escribir y nos ahorraran el resto. ¿No crees que una buena novela ya es muchísimo?
¿Ha ido reuniendo poemas con miras a un libro?
Tengo textos reunidos, pero con miras a un libro no. Por ahora no tengo ninguna fantasía con eso.
¿Aparte del libro que publica Monte Avila Editores tiene algún otro en proyecto?
Estoy trabajando sobre Teresa de la Parra desde hace varios años. Con suerte este año termino ese trabajo.
De su experiencia como profesora universitaria: ¿cuál es el balance?
Que he aprendido mucho. No sé si habré enseñado algo, pero enseñar es mi manera de aprender y siento que eso lo hago con devoción, con pasión. Siento un gran placer preparando y dando clases (¿será esto la vocación?). Todos mis ensayos salen de mis cursos porque es allí donde recibo el estímulo, el alimento.
¿Percibe un deterioro en la preparación de los alumnos que llegan a la Escuela de Letras?
Sí. Debo decirte que sí. El fenómeno que uno nota en los últimos años es que hay como dos escuelas en una. Una minoría, los que uno puede llamar estudiantes de letras, han leído algo más allá de las lecturas de bachillerato (Julio Garmendia, Doña Bárbara, Ana Isabel, una niña decente, Piedra de mar, los cuentos de Uslar, “La i latina” y García Márquez). ¿Cuál es el criterio? ¿Será tan “antipatriótico” leer a Cervantes, a Shakespeare, a Homero, a Dostoyvesky? No creo que nuestros verdaderos valores se beneficien con ese tipo de exaltación sectaria y cómoda; ni creo que nuestra cultura pueda ser autosuficiente. Al contrario, la visión abierta, capaz de apropiarse de otras, ¿ no es un privilegio del Nuevo Mundo? Hasta hace diez años quien iba a estudiar letras llegaba con una mínima formación y algunas lecturas personales; ahora no, ahora es una tabula rasa, no leen ni cuentos cuando niños, sino esa cosa llamada “literatura infantil”, una literatura pueril que en lugar de estimular la imaginación y propiciar iniciaciones en el niño lo que hace es alimentar su puerilidad.
Su visión sobre el estado de la literatura en el país es, supongo, pesimista.
Bueno, creo que sí. Aunque los gerentes de la cultura te hablen de una mayor “productividad” y hasta de “planificación”. Además, ahora hay talleres. El que quiere publicar por lo general publica; hay, en suma, mayores facilidades, pero no creo que eso haya traído una mayor calidad, al revés. Yo siento que ahora la gente escribe un libro para estar en un taller. . . para ganar un concurso, una beca, o anotar una línea más al curriculum.
Como quien se afilia a un club.
Exacto. Incluso hay quienes escriben de determinada manera (bien “latinoamericana”, que es lo que está de moda) para que los estudien en las universidades norteamericanas, francesas o alemanas. Porque ya se sabe el tipo de novela o de poesía que debe escribirse para que hablen de ti en una maestría en los Estados Unidos, o te hagan una tesis en la Sorbona. El Tercer Mundo da actualmente muy buenos dividendos académicos.
Sin embargo, el taller, como simple sitio de encuentro, es beneficioso.
Sí, claro, pero eso siempre ha existido, sólo que antes se llamaba peña literaria o grupo. La culpa no es del taller sino de esa mentalidad gerencial de producción y planificación que ha entrado en la cultura.
En Sabor y Saber de la Lengua utiliza la categoría del “buen gusto” y, aunque tenga muchos detractores (de mal gusto, por supuesto) tiene vigencia plena ante la avalancha de mediocridad y chabacanería.
El mal gusto y la chabacanería tienen que ver con la falta de devoción de la que hablamos antes. Es decir, cuando buscas más el efecto que otra cosa. El mal gusto, ya sabemos, no tiene que ver con los temas, ni con las palabras, no es eso. Las cosas y las palabras deben estar en su sitio, y eso es lo que echamos de menos en ese efectismo, esa chabacanería que hay actualmente en casi todas las manifestaciones culturales.
Puede pensarse que cualquiera, per se, se acerca al texto con algunos prejuicios. Sin embargo, ¿cree que el lector debe acompañar al texto sin prejuicios, con intimidad?
Una cosa es acercarse a un texto con una ideología, una posición crítica y otra es acercarse a un texto con lo que uno es. Los prejuicios que se derivan de uno mismo son los más difíciles de ver. No podemos renunciar a ellos. Pero esto no significa forzosamente que lo que diga esté “prejuiciado”. El trabajo crítico, cuando lo hay, no es más que el trato o la lucha con nuestros prejuicios, la manera de reconocerlos, de ponerlos en movimiento y observarlos. Así ellos se convierten en los colaboradores o saboteadores secretos del trabajo crítico. Escribimos con ellos y contra ellos. Es decir, creo que podemos acercarnos a una obra dejando que ella se vaya descubriendo en uno. La emoción está presente cuando uno lee y ésta y la imagen están unidas. La literatura y el arte son un habla que no es conceptual. Por eso me interesa trabajar con imágenes, no con ideas. Ahora, no discuto que alguien trabaje con ideas, pero lo que es imagen en una obra no es idea. Acercarse a la imagen es ver cómo esa imagen toca tus emociones. Ahí hay una relación entre emoción e imagen que es una guía para empezar a ver un texto y a verse a sí mismo en un texto, según Proust. El crítico puede ser un espejo más, un cristal más, para acercarse al texto y atravesarlo. Uno llega siempre con algo al texto, pero se trata de que ese algo sea tocado por la emoción. Me refiero a la emoción del intelecto, no a un estado de ánimo sentimentaloide. Si no aceptamos que en la inteligencia hay eros, si no reconocemos que hay emociones también intelectuales, entonces ¿en dónde quedamos? En fin, una cosa es acercarse a un texto buscando determinadas ideas y otra es dejarse provocar por las emociones positivas o negativas que la lectura nos pasa. Una reacción de rechazo es también una vía legítima para valorar una obra.
La emoción es valorizar las cosas y ese, en el fondo, es el trabajo del crítico: valorar y no categorizar. Valorar en el sentido pictórico de la palabra; buscar el claroscuro, sombras, volúmenes. En definitiva: darle vida al texto.
¿Escribe asombrada y lo que hace es transmitirle al lector sus descubrimientos?
Mi ambición es aquella de Proust cuando decía: “qué delicia sería tener un amigo que lo acompañe a uno, leyendo, todo el tiempo”. Hay que ver lo placentero que es poder ir comentando un libro que lo tiene “tomado” a uno. Esa es la intimidad y la lectura. Lo difícil es pasar al ensayo esta emoción de la lectura.
Artículos de María Fernanda Palacios para Prodavinci:

viernes, 8 de marzo de 2013

Imaginar es crear


EL RELOJ DE ARENA


Regresaba de mi viaje de vacaciones, después de pasar una cierta temporada lejos de casa, la cual queda en San Fernando de Apure (Venezuela),  allí crecí, jugando con mis muñecas, ella es una casa vieja al estilo colonial, tiene cierto misterio, ¡pero es mi casa y me gusta!. Las vacaciones las disfrute por invitación de una compañera de estudios, de la cual siento que es una gran amiga, su nombre es Marie, ella es natural de Cali- Colombia, allá me fui con ella, disfrutando de esa hermosa ciudad y sus soleadas playas; mi estancia duró una semana, me tocó regresar un sábado, muy de mañana mi amiga me acompañó a tomar el bus de regreso, la despedida fue triste, pues ella se quedaba y yo regresaba. -Adiós Marie- -Adiós Perla- nos despedimos con un fuerte abrazo. Subí, colocando mi equipaje en el maletero correspondiente y a la hora prevista arranco la unidad rumbo a Cúcuta, durante el trayecto ya de regreso, empecé a leer un libro que me tenía encantada, llamado “Los cinco lenguajes del amor”. El autobús se detuvo varias veces en caseríos y pueblitos, subían y bajaban pasajeros, me llamó la atención una pasajera que tenía un reloj de arena dibujado en su blusa, y pensé en aquel reloj de arena clásico- antiguo que compre en una tienda de antigüedades en Valencia, ¡por cierto, es mi antigüedad favorita! Me olvidé del reloj y me distraje viendo el paisaje, a medida que el bus avanzaba. Así transcurrió el tiempo, acercándome más y más  a mi ciudad, anhelaba ver a mis padres, a mi hermanita y a mi perrita (lusi). Venía extenúa, el viaje resultó cansón.

Cuando llegue al terminal, bajé del bus buscando a mis parientes, mucha gente aglomerada, busqué con tanta insistencia, no los veía. Casi me decepciono y me entristezco, súbito, los vi, era de esperar, allí estaban, ansiosos también de verme mi hermosa familia, les di un abrazo y ellos me regalaron una hermosa sonrisa, fue inexplicable lo que sentí al verlos. Recogieron las maletas y subimos al auto, en el camino a casa conversamos a cerca del viaje.
    -  ¿Y cómo estuvo el viaje hija? – Preguntó mamá.
-¡Espectacular mami! Conocí muchos lugares – Contesté.
            
 Mi padre estaba muy feliz de tenerme en casa nuevamente.  

- ¿Qué te parecieron las playas de Cali hija? – Preguntó papá
-  Me gustaron mucho, ¡y tiene olas inmensas! – Contesté.

Al llegar a casa pude observar que en una semana cambiaron algunas cosas, pintaron la casa, compraron un cuadro y mi perrita lusi estaba más grande, luego fui a mi cuarto, nada pudo haber cambiado allí, porque solo yo tengo la llave, por lo tanto entre y note que en mi peinadora no estaba mi objeto favorito (el reloj de arena), lo cual me causo incertidumbre, es lo primero que llama la atención al entrar a la habitación, y ya no estaba!
Rápidamente fui y le pregunte a mamá.
- ¡Mamá, mamá! – dije con intranquilidad.
- ¿Hija estoy en el jardín? - Contestó mamá

Caminé hacia al jardín y le dije: - ¡Mamá estoy desesperada! No encontré mi reloj de arena antiguo en la peinadora.
- ¿Y dónde lo pudiste haber dejado hija? – Preguntó mamá
-  Realmente no recuerdo haberlo quitado de allí, desde que lo compre siempre ha estado en la peinadora. – contesté
- De igual manera búscalo bien, que yo también te ayudare a buscarlo. – respondió mamá.

En casa todos sabían cuál era el valor que tenía ese objeto para mí, era algo así como cuando quieres tanto una cosa y el día que la obtienes, la cuidas para no perderla. Seguidamente busqué en todo mi cuarto y por ningún lado estaba, y me pregunté - ¿Quién pudo haber sido? La puerta tenia seguro, solo yo tengo llave, y recordé que hay una copia de la llave en la gaveta de mis padres, pero nunca la usan, entonces quien fue?, ¡tendré que averiguarlo! Fui enseguida a decirle a mi papá lo que me estaba sucediendo.

- Papá disculpa que te interrumpa, sucede algo?. – Manifesté
- ¿Qué sucede hija? – pregunto papá.
- Alguien ha entrado en mi cuarto y se llevó mi reloj de arena. – dije con angustia. De verdad me preocupaba el extravío de mi reloj.
- ¡Y por qué dices eso hija, si nadie ha entrado a tu cuarto! – dice papá
- ¡Pues lo digo porque no lo encuentro! – Respondí
- Hablaremos con tu madre – dijo papá,  sin cavilación.
Me fui al cuarto de mi hermanita Lorena, y le pregunte: -¿ Lore has visto mi reloj de arena? .
-              ¡No hermana! – exclamó

Por un momento sentí mucha tristeza, pienso que ni las personas ni los objetos a los que se les da gran valor, los puede sustituir otro. Sin embargo, pensé por un instante, ¿por qué deprimirme, por qué sentirme tan mal? Uno no debe darle tanta importancia a lo material, hay motivos que tienen mayor significado en la vida. Por ejemplo: los padres, familiares, amigos, vecinos entre otros.

Salí de la casa, busqué en los alrededores, como buscando una pista que realmente no sabía si existía o no,  así estuve gran parte del día, y no encontraba nada, decidí regresar y empezar por la cocina, quizás por allí debo comenzar a buscar mi bendito reloj de arena, habían tantas cosas de que ocuparme, pero ni modo este objeto me quitaba la calma, revisé minuciosamente cada lugar de la amplia cocina, hasta que vi debajo de un cajón en donde mamá guardaba algunos corotos que aunque servían ya ella no los usaba, saque una bandeja vieja, otros platos, y en el fondo vi mi reloj partido, hecho pedazos, lance un grito de dolor, ¡aaaaayhh¡ se me salieron las lágrimas de impotencia, de dolor y de rabia. Allí estaba mi reloj de arena, ¿quién lo había metido en ese cajón?, ¿quién lo había partido?, todas esas interrogantes me la hice al momento, mi perrita me acompañaba, ladraba viéndome como salían las lágrimas ante lo sucedido.

Y aprendí que cada cosa llega a su final, nada es eterno, no es bueno aferrarse a las cosas, hay que aceptar que ya no están.


Autora: Blanco Perla.
Lengua y literatura.
Cohorte 2010-II



martes, 26 de junio de 2012

Poesía

La poesía (del griego ποίησις 'creación' < ποιέω 'crear') es un género literario considerado como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.También es encuadrable como una «modalidad textual» (esto es, como un tipo de texto). Es frecuente, en la actualidad, utilizar el término «poesía» como sinónimo de «poesía lírica» o de «lírica», aunque, desde un punto de vista histórico y cultural, esta es un subgénero o subtipo de la poesía.



La poesía es un texto escrito en una forma particular donde las oraciones se dividen en varios renglones llamados versos  . Los versos se agrupan en conjuntos espaciados entre sí llamadosestrofas. Suele tener rima, que le da musicalidad. Cuando no hay rima entre los versos ni medida predeterminada se denominan versos libres.
Existen distintos tipos de formas poéticas, de acuerdo a la distribución de las estrofas dentro de las mismas:
- Soneto: poema formado por dos cuartetos y dos
  tercetos. Todos los versos son endecasílabos y su
  rima es consonante.
Romance: poema formado por una cantidad no   fija de versos octosílabos. Los versos pares   tienen rima asonante y los impares no tienen   rima.
Coplas: poemas de cuatro versos, en los que el
  segundo verso rima con el cuarto. Generalmente
  son graciosas e ingeniosas. Suelen ser anónimas   y se utilizan para hacer canciones con ellas.